Livestock Research for Rural Development 13 (3) 2001 | Citation of this paper |
Durante los últimos años
gran parte del área boscosa fue deforestada para promover la
ganadería extensiva en América Latina. En América Central el
área en pasturas representa un 46% del total (18.4 millones de
ha), siendo uno de los más importante uso de la tierra. En
Colombia entre 1960 y 1995 los bosques naturales y otros usos se
redujeron de 94.6 a 72.4 millones de hectáreas mientras la
ganadería se incrementó de 14.6 a 35.5 millones de hectáreas.
El área de pasturas en América Latina ha aumentado durante los últimos años, la producción de rumiantes se ha expandido pero con una bajo crecimiento de productividad. En general, la ganadería se practica en sitios inapropiados, lo que promueve la degradación ambiental, como en la Amazonia donde ya un 35% de las pasturas están abandonadas ante el fracaso económico y los suelos improductivos.
La reconversión social y ambiental de la ganadería es una urgencia y una prioridad para la región. La intensificación de la ganadería puede incrementar significativamente sus contribuciones alimentarias, económicas y sociales. La agroforestería pecuaria es parte sustancial de este proceso de cambio y para su mejor comprensión se describen en este artículo 9 grupos de sistemas agroforestales relacionados con la ganadería presentes en América Latina : 1.Sistemas silvopastoriles con manejo de la sucesión vegetal; 2.Pastoreo de ganado en plantaciones forestales; 3.Cercas vivos, 4. Arboles dispersos en potreros, 5. Pasturas en callejones de árboles, 6. Cortinas o barreras contra el viento, 7. Silvopastoriles de alta densidad arbórea,. 8. Sistemas de corte y acarreo: bancos de proteína puros o en policultivos de varios estratos y 9. Bancos de Energía.
During the last years a significant portion of Latin
American forests has been converted into extensive cattle
ranching. Pastures cover 46% of the land area in Central America
(18.4 million hectares), making this the most important land use
category. Between 1960 and 1995, natural forests and other land
use classes in Colombia decreased from 94.6 to 72.4 million
hectares, while livestock ranching increased from 16.6 to 35.5
million hectares. Both, the area covered by pastures and ruminant
production have increased in Latin America over the last years,
but livestock ranching is practiced on inadequate lands thereby
promoting environmental degradation. This was the case in the
Amazon region, where 35% of the pastures were abandoned following
soil-productivity loss and economic collapse.
The social and environmental re-conversion of livestock
production is therefore a regional priority. The intensification
of this activity could significantly increase its social,
economic, and alimentary contributions. Livestock agroforestry is
a substantial part of this transition. This article describes 9
types of agroforestry systems related to animal production and
present in Latin America: 1. Silvopastoral systems with managed
succession, 2. Livestock grazing in forest plantations, 3. Live
fences, 4. Trees in pastures, 5. Alley cropping, 6. Wind shields,
7. High tree-density silvopastoral systems, 8. Cut-and-carry
systems (protein banks, either pure or multi-strata policultures)
and 9. Energy banks.
La
elevada tasa de deforestación en los países tropicales (17
millones de ha año-1, FAO 1994) además de tener
efectos locales como la degradación de los suelos y la pérdida
de su productividad, también contribuye con una cuarta parte en
las emisiones de CO2 y otros gases hacia la atmósfera.
Este proceso causa cambios climáticos globales, contribuyendo a
la pérdida de la biodiversidad en los bosques naturales y al
desequilibrio de otros ecosistemas terrestres.
Durante los últimos
años gran parte del área boscosa fue deforestada para promover
la ganadería extensiva en América Latina (Kaimowitz 1996;
Serrao y Toledo 1990). En América Central el área en pasturas
representa un 46% del total (18.4 millones de ha), siendo uno de
los más importante usos de la tierra. En Colombia entre 1960 y
1995 el uso de la tierra pasó de 5 a 4.4. millones de hectáreas
en agricultura; los bosques naturales y otros usos se redujeron
de 94.6 a 72.4 millones de hectáreas mientras la ganadería se
incrementó de 14.6 a 35.5 millones de hectáreas (IVH 1998).
Mientras el área
de pasturas en América Latina ha aumentado durante los últimos
años, la producción de rumiantes se ha expandido con una bajo
crecimiento de productividad. Por ejemplo seis [4]
de los 27 biomas terrestres presentes en Colombia que cubrían un
área original de 939,500 de km2 (82% del territorio
nacional) están transformándose por actividades antrópicas de
las cuales la ganadería es la principal forma de ocupación (Murgueitio
1999).
En general, la
ganadería se practica en sitios inapropiados, lo que promueve la
degradación; ambiental como en la Amazonia donde ya un 35% de
las pasturas están abandonadas ante el fracaso económico y los
suelos improductivos. Fenómenos de esta magnitud tienen
consecuencias sobre la conservación de la biodiversidad (Da
Silva et al 996). En América Central las pasturas son dominadas
por especies nativas de baja calidad y productividad, con cargas
animales inferiores a 0.7 UA ha-1 (Szott et al 2000).
La capacidad de carga de las pasturas ha disminuido, debido a que
una alta proporción (> 40%) están degradadas por el manejo
inadecuado y especies inapropiadas (Szott et al 2000). Un fenómeno
similar ocurre en grandes áreas de Suramérica. La degradación
de pasturas está asociada con baja eficiencia de producción, pérdida
de biodiversidad y emisiones de gases de calentamiento global (Veldkamp
1993; Kaimowitz 1996).
La
reconversión social y ambiental de la ganadería es una urgencia
y una prioridad para la región (Murgueitio 2000). La
intensificación de la ganadería puede incrementar
significativamente sus contribuciones alimentarias, económicas y
sociales. Esto es viable con la tecnología disponible, la
organización de los productores si se aplican una serie de
principios relacionados con el ordenamiento territorial y la
biodiversidad, es posible incluso que coincidan los beneficios
socioeconómicos con los ambientales (Murgueitio y Calle 1999).
Los sistemas
agroforestales hacen parte sustancial de estos procesos de cambio
de la ganadería hacia sistemas más amigables con la naturaleza
(Murgueitio et al 1999). La estrategia es desarrollar Sistemas
Silvopastoriles (SSP) para incrementar la productividad de las
fincas ganaderas, mientras que se liberan terrenos para el
establecimiento de bosque secundario o plantaciones forestales. Se
han identificado varios sistemas agroforestales para la producción
pecuaria en América Latina:
En
la mayoría de las condiciones del trópico americano, es
evidente la tendencia de la vegetación natural a buscar
estructuras boscosas. De manera antagónica el manejo tradicional
y moderno de la ganadería trata de eliminar la sucesión vegetal
de las praderas mediante la quema, los medios físicos y los
herbicidas. Esta paradoja ha sido señalada por Skerman y Rivero
(citados por Benavides 1994).
El
manejo de la sucesión vegetal en áreas pastoriles se hace
mediante la abolición de formas indiscriminadas de eliminar las
plantas que aparecen como invasoras de las praderas como quemas,
deshierbas mecánicas y aplicación generalizada de herbicidas.
La vegetación y los animales hacen el resto en una primera etapa
que puede durar entre tres y seis años dependiendo de la región.
Varias especies son diseminadas por el ganado después de ser
consumidas. Después se realizan podas selectivas y entresacas de
madera hasta conformar de dos a tres estratos de vegetación
compatibles con los pastos.
Además
de la reducción de costos de mantenimiento y fertilizantes, el
ganadero obtiene productos como postes, madera, varas delgadas,
leña; el ganado consume frutos y follajes; el suelo atenúa el
impacto del pisoteo, reduce la erosión y la fauna silvestre
encuentra nuevas oportunidades para su multiplicación.
Por
su distribución tan amplia se destacan el guayabo Psidium
guajava. Por su capacidad de invadir áreas de gramíneas en
suelos pobres se pueden señalar varias especies de los géneros Acacia,
Albizzia, Bacharis, Bursera, Calliandra, Cassia, Caesalpinia,
Cecropia, Croton, Dendropanax, Eugenia, Fagara, Inga, Muntingia,
Ochroma, Trema, Quercus y Verbesina. Hymenaea. (Murgueitio
2000). Esto es válido también para algunos árboles
maderables como el roble de sabana Tabebuia rosea, solera Cordia
gerascantus, mora Chlorophora tintorea, iguá Pseudosamanea
guachapele, pachaco Schizolobium parahyba y abarco Cariniana
pyriformis.
También
se pueden encontrar en praderas con especies vegetales que
pudieron hacer parte de las selvas originales o que con el tiempo
colonizaron los espacios abiertos. Varias especies de palmas: Acrocomia
aculeata, Attalea butyracea, Ceroxylon quindiuense y C alpinum,
Copernicia tectorum, Mauritia flexuosa, Roystonea regia, Sabal
mauritiiformis, Syagrus zancona, Wettinia sp que en forma de
rodales puros o mixtos se encuentran asociadas con praderas
(Murgueitio 2000).
En
los bordes entre las sabanas nativas y los bosques de galería
los árboles y arbustos resistentes al fuego como el alcornoco
Bowdichia virgiliodes, chaparros Curatella
americana y Byrsonima crassifolia que llegan a
formar combinaciones de arbolitos de bajo porte en áreas de
pastoreo. En las sabanas anegadizas de la Orinoquia, el árbol
saladillo Caraipa llanorum forma rodales con espacios
abiertos (Hernández y Sánchez 1994) que son pastoreados por el
ganado durante muchos años. En los sistemas aluviales de
las vegas de los ríos andinos, caribes, orinocenses y amazónicos,
es frecuente la presencia de sistemas de gramíneas asociados con
varias especies arbustivas y arbóreas donde se destacan Erythrina
fusca y Laetia americana (Murgueitio 2000).
El
manejo de pastoreo dentro de plantaciones forestales, ha recibido
mucha atención, debido a la necesidad de generar ingresos en el
corto plazo y por su importancia en la reducción del riesgo de
incendios En las tierras bajas, cultivos de maderas finas como la
teca Tectonia grandis ,pochote o ceiba roja Bombacopsis
quinata, roble de sabana Tabebuia rosea, melina Gmelina
arborea y otros, la invasión de gramíneas incrementa a tal
punto los costos de mantenimiento que en muchos momentos hace
inviable el negocio de maderas sembradas. Ante la iliquidez en el
ciclo de la producción de madera, el pastoreo de ganado en estas
plantaciones se convierte en la salvación financiera de la
inversión. (Londoño 1996).
El
pastoreo de animales en plantaciones forestales se realiza con
animales jóvenes en crecimiento y en muchos lugares del trópico
seco y subhúmedo las ovejas de pelo pueden jugar un papel muy
importante. Los conocimientos sobre daños a las diferentes
especies de árboles, tolerancia de los mismos a los pastos y a
los animales, oferta forrajera, carga y comportamiento animal son
indispensables para evitar pérdidas económicas en los cultivos.
La
importancia de cercos vivos ha sido destacada por varios autores
de la región para los diferentes sistemas agroforestales (Montagnini
et al 1992) y en particular para la ganadería (Simón 1996). Los
beneficios de estos cercos están suficientemente enumerados,
reconocidos y estudiados en América Central. La siembra de leñosas
perennes como postes para la delimitación de potreros o
propiedades (cercas vivas) es una práctica tradicional en América
Central (Budowski 1987; Ivory 1990), con frecuencia en ellas se
utilizan leguminosas arbóreas tales como: madero negro Gliricidia
sepium y varias especies de poró Erythrina
berteroana, E. fusca y E. costarricensis en las zonas húmedas,
mientras que en las zonas secas Leucaena leucocephala y
especies no leguminosas como Bursera simaruba y Spondias
purpurea son frecuentes (Budowski 1987).
Las cercas vivas
han tomado mayor relevancia económica y ecológica, no sólo por
que su establecimiento significa un ahorro del 54% con respecto
al costo de las cercas convencionales, sino, por que constituye
una forma de reducir la presión sobre el bosque para la obtención
de postes y leña, además de que representa una forma de
introducir árboles en los potreros.
En el trópico
húmedo de Costa Rica, se realizaron estudios de manejo de
podas de cercas vivas de poró y madero negro, con el fin de
incrementar la producción de forraje. Con podas tres veces por año
se produjeron 3500 a 6000 kg MS km-1 año-1,
con un nivel de digestibilidad (DIVMS) de 56 65% y proteína
(PC) de 20 a 26% (Romero et al 1993). En Colombia y otros países
de Suramérica como Venezuela y Ecuador las opciones de los
cercos y barreras vivas van desde los setos de arbustos
forrajeros como nacedero Trichanthera gigantea, botón de
Oro Tithonia diversifolia ,pinocho o San Joaquín Malvaviscus
penduliflorus o matarratón Gliricidia sepium hasta
los verdaderos corredores de bosque que atraviesan áreas de
pastoreo. Mientras mayores sean la amplitud, la complejidad
estructural y la diversidad de especies en setos, cercos vivos y
corredores, más importante será su contribución a la
biodiversidad local (Murgueitio y Calle 1999).
Buena parte de
las fincas ganaderas presentan árboles dispersos en potreros
para proveer sombra y alimentos para los animales y generar
ingresos (madera y frutales). En la zona del Pacífico de América
Central las especies genízaro o samán Pithecellobium saman,
guanacaste Enterlobium cyclocarpum, guácimo Guzuma
ulmifolia y roble de sabana Tabebuia rosea son
las más frecuentes en los potreros, mientras que en el trópico
húmedo bajo son comunes laurel Cordia alliodora, pilón Hyeronima
alchornoides, caobilla Carapa guianensis y varias
especies del género Citrus. En las zonas altas es común el jaúl
o aliso Alnus acuminata en las fincas lecheras (Pezo
e Ibrahim 1996).
En la
regiones del Caribe de Colombia y Venezuela y valles de interior
de varios países suramericanos son comunes todavía en sistemas
ganaderos, grandes árboles de la selva original como la ceiba Ceiba
pentandra y frutales tropicales naturalizados como el mango
Manguifera indica que ofrece abundantes frutos a la gente así
como a los animales domésticos y silvestres.
Actualmente
se observa un incremento en la extracción de madera en fincas
ganaderas, esto se relaciona con la baja del precio de la carne y
el alto precio de madera fina. En Esparza (Costa Rica) se encontró
que la extracción de maderables de fincas pequeñas (<40
ha), medianas (40100 ha) y grandes (>100 ha), fue de 1.35,
0.55 y 0.13 m-3 ha-1, respectivamente
(Viera y Barrios 1997).
Las
pasturas en callejones involucran la siembra de forrajeras herbácea
entre las hileras de arbóreas o arbustivas. Su objetivo es
proporcionar a los animales mayor cantidad y calidad de forraje
durante todo año, mejorar la calidad de suelo y reducir el
riesgo a la erosión.
En el trópico
húmedo de Costa Rica se investigó sobre la siembra de G.
sepium y E. berteroana en hileras cada cinco metros,
dentro de pasturas de B. brizantha bajo pastoreo. E.
berteroana tuvo mayor sobrevivencia (90%), comparada con G.
sepium (3%), que prácticamente desapareció en la pastura (Abarca
1998). En muchos de estos sistemas de cultivo en callejones
aplicados a sistemas pecuarios faltan evaluaciones económicas
para determinar su rentabilidad económica.
Las cortinas
rompevientos son SSP muy frecuentes en fincas de producción
intensiva de leche. Un estudio realizado en Turrialba, buscó las
relaciones entre la producción del pasto guinea Panicum maximum
y densidades de Pinus caribaea utilizando modelos lineales y no-lineales.
Los resultados muestran que en Monteverde y Arenal (Costa Rica),
el viento causa baja producción de leche y alta tasas de
degradación de tierras. La siembra de cortinas rompevientos por
ejemplo de ciprés. Cupressus lusitanica se asocia con un aumento
en la producción de leche y una reducción de la mortalidad de
terneras (Harvey et al 1998).
En las regiones
altoandinas de Colombia, Ecuador y Perú hasta más de 4000 msnm
es muy frecuente el uso de varias especies de Eucalyptus
que cumplen labores múltiples de protección contra los vientos
fríos secos o húmedos, madera para construcciones locales,
postes para cerco y leña. En la región del Alto Quindío en los
andes centrales de Colombia, un estudio proyectado a 30 años
sobre el uso de barreras, establecidas inicialmente como cercas
vivas, de E. grandis en las divisiones de potreros de
kikuyo Pennisetum clandestinum, demostró que además
de disminuir el efecto deshitratador del viento sobre
los pastos en las épocas secas, las barreras sustentan la
demanda de leña de las fincas ganaderas en un 44% y evitan la
extracción de madera fina nativa de Juglans neotropica para
ser usada como postes de cercos en 14 árboles maduros por cada
kilómetro de barrera de eucalipto (Díaz 1995).
Los
sistemas silvopastoriles intensivos se realizan con altas
densidades de arbustos forrajeros asociados a pastos mejorados de
alta producción de biomasa bajo modelos de pastoreo rotacional
intensivo con cercas eléctricas. Pueden asociar o no árboles
maderables, frutales y leguminosas rastreras. La Leucaena
leucocephala por su calidad nutricional, fijación de
nitrógeno, crecimiento, tolerancia a la sequía, adaptación al
ramoneo es la especie utilizada con mayor éxito en sistemas
silvopastoriles intensivos en las regiones tropicales y
subtropicales (Shelton 1996). Al igual que en otros países de América
como Cuba y Venezuela (Clavero 1998 ) en Colombia esta especie se
está utilizando en forma creciente en sistemas silvopastoriles.
Se
han realizado trabajos de adaptación de ecotipos a zonas de
laderas en la región cafetera con resultados alentadores y
persistentes en producción de leche y crecimiento de
animales a partir del banco de germoplasma de L leucocephala
de CIAT (Cardona y Súarez 1996). Nuevas experiencias en
los valles interandinos del Magdalena y el Cauca sugieren una
respuesta positiva a la inoculación con cepas específicas de Rhizobium.
Para sistemas de pastoreo rotacional con alta densidad de árboles
(10,000/ha) la inoculación acelera el primer pastoreo de seis a
tres meses (Mahecha et al 1999) y permite cargas animales
superiores a cuatro vacas de leche ha-1 año -1
Las
diferencias a favor del silvopastoreo sobre los
monocultivos de gramíneas se evidencian en la disponibilidad de
forraje y nutrientes y en la calidad de la pastura. En Cuba este
sistema alcanza ya las 17, 000 ha sembradas (Martín et al
2000).
Existen
pocos trabajos exitosos que validen para zonas bajas y suelos sin
limitaciones de acidez, el sistema desarrollado para Leucaena,
ya que esta especie no tolera los iones de Aluminio ni la acidez
extrema. En Venezuela ha persistido por más de seis años
el matarratón Gliricidia sepium en forma de pasturas en
callejones dobles para ramoneo controlado o franjas de anchura
variable sobre la pastura (Escobar et al 1996). Para regiones con
problemas de acidez y sequías fuertes, existen avances del CIAT
con Cratylia argentea (Lascano 1996; Argel y Lascano 1999)
para laderas con problemas similares con Thitonia diversifolia
(Ríos 1999) y en regiones sub-húmedas con un período seco
fuerte se ha investigado Albizzia lebeck con resultados
promisorios. (Simón 1996 y Hernández et al 1999).
Para
suelos inundables o de alto nivel freático los once años de
experiencia con Erythrina fusca asociada a estrella dan
confianza en esta alternativa para sistemas doble propósito
intensivo, levante de terneros y hatos bufalinos (Gómez et al
1997; Botero y Russo 1999).
En
zonas de alta montaña (>2.000 msnm) donde el pasto kikuyo es
la base de sistemas lecheros de mediana a alta intensidad, la
asociación con Alnus acuminata (Murgueitio y Calle 1999) y Acacia
decurrens (Giraldo et al 1999) se muestran promisorias.
Los
sistemas de corte y acarreo están difundidos por todo el mundo
en desarrollo, en especial en condiciones de predios pequeños,
regiones montañosas o con dominio de la agricultura, en especial
en países con alta población humana. Los sistemas de corte de
morera Morus sp para alimentar gusanos de seda son
milenarios en la China y otros países asiáticos (Sánchez 1999).
En varios países de América Latina existe una importante
trayectoria de investigación, transferencia y los trabajos empíricos
con ganaderos y comunidades campesinas sobre sistemas de corte y
acarreo para alimentación no solo de bovinos sino de otras
especies domésticas de animales que incluyen cerdos, equinos,
cabras, ovejas, búfalos, conejos, cuyes, aves criollas (gallinas,
patos, pavos), peces y gusano de seda.
Las especies
mejor conocidas por los investigadores son Gliricidia
sepium, Trichanthera gigantea, Morus sp, Erythrinas (poeppigiana,
berteroana, edulis, fusca y poeppigiana), Boehmeria nivea. Otras
especies se están investigando en los últimos años:
Thitonia diversifolia, Cratylia argentea, Malvaviscus
penduliflorus, Spondias purpurea, Cnidoscolus acotinifolius, ,
Cajanus cajan y Urera caracasana (Benavides et al 1994; Gómez
et al 1997; Ríos 1999; Argel y Lascano 1999; Gálvez 1998;
Bonilla et al 1996).
En zonas con un
período seco bien definido, los resultados del uso de leñosas
en bancos forrajeros para suplementación animal han sido
significativamente mejores en productividad. Los resultados
muestran que el uso de Cratylia como un suplemento
para vacas de doble propósito, puede aportar un 80% de los
requerimientos de proteína y tiene un potencial para producir
entre 7 y 9 litros por vaca-1 día-1 (Ibrahim
et al 1999). Además, la siembra de C. argentea en zonas
frágiles puede tener beneficios indirectos como el mejoramiento
de suelo y control de erosión.
Los
policultivos para corte obedecen a la combinación de la tradición
campesina de asociar cultivos con la inclusión de especies
forrajeras para corte - acarreo y a la preocupación de los
investigadores por evitar los riesgos de los monocultivos y
probar las mezclas de forrajes en la alimentación (Rosales 1999).
Las modalidades son heterogéneas, desde una simple asociación
de dos arbustivas en un solo estrato (Gliricidia sepium con
Morus spp); dos arbóreas en dos estratos (Erythrina
edulis con Trichanthera gigantea); una gramínea
de corte con una arbórea (Axonopus scoparius con T
gigantea), hasta la combinación de varias especies de
plantas para fines forrajeros (rastreras, enredaderas, arbustos y
árboles) en diferentes formas y arreglos en el tiempo y el
espacio (Murgueitio 2000). La producción de biomasa agregada es
mayor (asciende de 60 a >100 tonrladas de fitomasa ha-1
año -1) en zonas de montaña, hay reducción de los
costos por desyerbas y un mejoramiento notable del suelo con el
tiempo cuando se utilizan árboles leguminosos y reutilización
de las excretas animales (Gómez 1997).
Los
bancos de proteína también se pueden combinar con la producción
de madera para muebles, construcciones, postes y leña con
árboles de rápido crecimiento como laurel Cordia alliodora, arboloco
Montanoa quadrangularis (Calle 1999), cedro negro
Juglans neotropica, y roble andino Quercus humboldtii
que son sometidos a podas frecuentes para permitir el paso del a
luz. También se están ensayando especies de palmas como
real de Cuba Roystonea regia, pejibaye Bactris gasipaes,
palma de cera Ceroxylon alpinum y palma de vino o
corozo de cerdo Attalea butaracea para cosechar en el
futuro los racimos para alimentación animal. Otras plantas
ornamentales pueden ocupar un estrato medio como los platanillos
(heliconiaceae) o el piso del sistema como los anturios (Anthurium
spp) que requieren poca luz (Murgueitio 2000).
Son
bien conocidos y utilizados en toda América Latina los
cultivos de caña de azúcar para alimentación del ganado, en
especial en la época seca actuando de esta manera como un banco
de energía (Preston y Leng 1987).
Para
el trópico húmedo se destacan los avances de investigación
alcanzados en la utilización de la palma de aceite Elaeis
guineensis en alimentación animal. Se conocen mejor los
productos principales de este especie cuya capacidad de producción
de energía es una ventaja indudable para las regiones tropicales.
El aceite crudo y torta de palmiste se pueden utilizar para
alimentación de animales. Con el primero se puede conformar un
sistema intensivo de producción porcina donde el 100% de la
energía proviene del producto local, con mejores parámetros de
conversión que los mismos cereales (Ocampo 1999) y el segundo
puede ser una fuente importante de suplementación para ganado
doble propósito y búfalos. Los subproductos y residuos de la
agroindustria (cachaza fibrosa, lodos) también son reutilizables
por monogástricos y rumiantes (Ocampo 1999) y las áreas de
cultivo requieren del trabajo animal, bueyes, búfalos o mulas,
que complementan con eficiencia la labor de los tractores (Galindo
1999).
Los frutos son
utilizables en forma directa por los cerdos, de tal manera que se
puede pensar en esquemas de áreas de silvopastoreo o bancos
multiestrato con palma de aceite y arboles forrajeros como una
estrategia también para el ganadero grande y el campesino de
minifundio de zonas bajas húmedas. Estas ideas pueden adaptarse
a otras palmas nativas que proliferan en varias regiones de la
Orinoquia y Amazonia como Attalea butyracea, Acrocomia macrocarpa
(Ocampo y Cardozo 1997; Cárdenas y López 1998) y el burití,
aguaje o moriche Mauritia flexuosa (Triana 1998).
Existen
suficientes alternativas tecnológicas para realizar la
reconversión ganadera en América Latina. Para la mayoría de
las regiones este proceso se relaciona directamente con las
opciones representadas en un número significativo y creciente de
sistemas agroforestales pecuarios. Las evidencias sobre los
beneficios ambientales se acumulan a gran velocidad y no se
incluyen en este trabajo porque su extensión daría para otro
artículo.
La oferta de
conocimiento científico y empírico es suficiente para que
comiencen a generarse grandes cambios en diferentes ecorregiones
y países, pero se requieren también grandes transformaciones
entre los decisores de políticas económicas, ambientales y
rurales, así como un gigantesco proceso educativo a todo nivel
que permita hacer una difusión y multiplicación exitosa
de lo que ya conocen bien los investigadores, empresarios y
campesinos pioneros de la agroforestería en América.
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Received 26 April 2001
[4] Bosque húmedo tropical, bosque seco y subhúmedo tropical, páramo, bosque andino, bosques inundables (vegas de ríos) y sabanas del Caribe. (Etter 1997).