Livestock Research for Rural Development 29 (11) 2017 Guide for preparation of papers LRRD Newsletter

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Requerimientos agronómicos de Moringa oleifera (Lam.) en sistemas ganaderos

C Padilla, Nurys Valenciaga, G Crespo, Daimarys González y Idalmis Rodríguez

Instituto de Ciencia Animal (ICA), Carretera Central km 47 ½, San José de las Lajas, Mayabeque, Cuba
cpadilla@ica.co.cu

Resumen

Moringa oleifera posee una gran plasticidad ecológica, capaz de adaptarse a las más diversas condiciones edafoclimáticas. Su valor nutricional y los elevados rendimientos de biomasa, la hacen un recurso fitogenético de importancia en los sistemas de producción. El objetivo de esta reseña es analizar los requerimientos agrotecnicos de esta planta en los sistemas ganaderos. Se analizan los métodos de siembra y plantación de acuerdo al empleo de semilla vegetativa o botánica. Se valoran alternativas del empleo de diferentes densidades de siembra según propósito productivo y las implicaciones económicas. También se realiza una valoración de la frecuencia de corte teniendo en cuenta el volumen, la calidad de la biomasa y la vida útil en las áreas forrajeras. Se examinan las implicaciones de la poda en su vida productiva, así como la incidencia de insectos-plaga y enfermedades y una valoración de la producción de semillas. Lo que se ofrece en esta reseña no constituye una norma técnica para la agrotecnia de esta planta, ni fue ese el propósito. Nos sentiremos satisfechos si en alguna medida este material sirve de guía para el trabajo técnico como productor o docente, mientras que nuevas investigaciones den repuesta a muchas incógnitas que todavía existen en el tema que se trata.

Palabras clave: árboles, arbustos, forraje, leguminosos


Agronomical requirements of Moringa oleifera (Lam.) in livestock systems

Abstract

Moringa oleifera has a great ecological plasticity, able to adapt to the most diverse edaphoclimatic conditions. Its nutritional value and the high biomass yields make it a plant genetic resource of importance in the production systems. The objective of this review is to analyze the agrotechnical requirements of this plant in livestock systems. Sowing and planting methods are analyzed according to the use of plant or botanical seed. Alternatives of the use of different sowing doses according to productive purposes and economic implications associated with the use of high planting densities are evaluated. In addition, cut frequency is evaluated taking into account the volume and quality of biomass and the useful life of forage areas. It examines the implications of pruning and its importance in productive life, as well as the incidence of insect-pests and diseases, and an assessment of seed production. The information provided in this review does not constitute a technical standard for agronomy of moringa, and this was not the purpose. The authors of this study will be satisfied if, to some extent, this material may be used as a guide for technical work as a producer or teacher while new research will respond to many questions that still exist on this subject.

Key words: bushes, forage, legumes, nutrition, trees


Introducción

El empleo de árboles y arbustos constituye una de las vías más eficaces para mejorar el suministro y calidad de los forrajes en los sistemas ganaderos (Olson and Fahey, 2011). En la búsqueda de nuevas especies, esta planta se destaca como promisoria, entre un grupo de árboles no leguminosos. Tiene un alto potencial de uso en diversos sectores: energético, tratamiento del agua y saneamiento básico, restauración de suelos degradados, alimentación humana y animal, aprovechamiento agroindustrial y farmacéutico, con propósito de generar empleo y ofrecer alternativas sostenibles en equilibro con el medio ambiente (Neves et al 2007; Manzoor et al 2007; Kafuku and Mbarawa 2010; Sánchez–Machado et al 2010; Martín et al 2013).

En Cuba, la moringa fue introducida como planta ornamental a inicio del pasado siglo (Roig 1988). Su introducción masiva a partir de 2011 en la agricultura cubana, permite disponer de una planta forrajera capaz de adaptarse a las más diversas condiciones edafoclimáticas. Su valor nutricional y los elevados rendimientos de biomasa la avalan como un recurso fitogenético importante en los sistemas de producción, pudiéndose emplear como alimento para diversas categorías de animales y para el hombre (Pérez et al 2010). Estas bondades propiciaron que Cuba cuente hoy con un programa nacional de investigaciones para la evaluación, caracterización y utilización de moringa. En este sentido se han encontrado interesantes resultados sobre el comportamiento agronómico de esta planta en Cuba, que unido a otras investigaciones realizada en otras zonas tropicales del mundo, aún preliminares, pueden ser de mucha interés para técnicos y ganaderos. De ahí, que nuestro propósito es poner en sus manos una información integral de la siembra y aprovechamiento de este árbol. El presente trabajo tiene como objetivo analizar los principales resultados agronómicos para la utilización de Moringa oleifera en sistemas agropecuarios en Cuba, válido para otras regiones tropicales y subtropicales del mundo.

Suelo y Clima

M. oleifera es una especie de gran plasticidad ecológica, ya que es capaz de adaptarse favorablemente a disímiles ambientes (Pérez et al 2010), razón por la cual se encuentra localizada en diferentes condiciones de suelos, precipitación y temperatura. En este sentido, Reyes (2006) planteó que moringa se desarrolla favorablemente en suelos con pH entre 4,5 y 8, aunque prefiere los neutros o ligeramente ácidos. Requiere además suelos franco- arcillosos, aunque prospera bien en suelos pobres franco arenosos. No tolera los arcillosos o vertisoles, ni los de mal drenaje, ya que es un cultivo que no soporta el encharcamiento.

Por su parte, existen reportes de la presencia de M. oleifera en lugares donde las precipitaciones alcanzan niveles entre los 300 y 1500 mm anuales. Se cultiva en regiones áridas y semiáridas de la India, Paquistán, Afganistán, Arabia Saudita y África del Este (Ramachandran et al 1980; Reyes 2006).

Además, se desarrolla adecuadamente en altitudes entre 0 y 1800 msnm (Fred 1992), aunque se obtienen mejores resultados por debajo de 600 msnm (Palada y Chang 2003). Moringa posee un amplio rango de adaptación a diferentes temperaturas. En este sentido Falasca y Bernabé (2008) plantearon que, en su hábitat natural, las temperaturas medias anuales presentan grandes fluctuaciones. Durante los meses más fríos soporta entre 1ºC y 3ºC, mientras que en los meses más cálidos de 38°C a 48°C. Es importante resaltar, que una vez que las temperaturas alcanzan valores inferiores a 10°C se perjudica el proceso de floración, de manera que en estos casos la propagación se debe realizar por estacas.

Siembra y plantación

La selección adecuada del momento de siembra constituye un elemento clave en el proceso de establecimiento. En este caso, lo más importante es proporcionarle a la semilla un lecho adecuado, con las condiciones de humedad requerida para lograr un porcentaje de germinación eficaz. Según Reyes (2005), la época óptima varía de acuerdo a la localidad, pero en términos generales, la siembra debe realizarse preferiblemente al inicio del período de lluvias, cuando la humedad del suelo es adecuada para la germinación y el establecimiento. No obstante, en áreas que disponen de riego, se puede sembrar en cualquier época del año, siempre que se garantice una frecuencia y volumen de aplicación de agua que permita la germinación y sobrevivencia de las plantas durante la fase de establecimiento. Algunos técnicos y productores en Cuba que disponen de riego prefieren sembrar en el periodo poco lluvioso para controlar las arvenses y la incidencia de plagas y enfermedades que atacan a las plantas en sus estadios jóvenes. No se dispone en Cuba de informaciónde la mejor época de siembra para moringa.

La siembra se puede realizar tanto por semilla botánica como por estacas. Esto dependerá de algunos factores, entre ellos la disponibilidad de semillas. En determinadas localidades se dificulta la floración, debido a las condiciones del clima y entonces la plantación deberá realizarse por estacas. Es importante conocer que los árboles obtenidos por semillas producen raíces más fuertes y profundas, por lo que en regiones áridas y semiáridas es conveniente la siembra por semillas botánicas.

En la siembra por semilla botánica la germinación ocurre a los 10 días. Ésta es rápida si se emplean semillas nuevas, pero el porcentaje de germinación decrece a medida que transcurre el tiempo de su cosecha. Las semillas de moringa no presentan periodo de latencia y se pueden sembrar tan pronto estén maduras, aspecto a tener en cuenta por el productor al comprar las simientes. No obstante, la pérdida de calidad de la semilla durante el almacenaje es un proceso irreversible, que comienza desde el momento mismo de la cosecha. Esto se acrecienta en los períodos de altas temperaturas y humedad relativa, en los que se producen cambios bioquímicos en la simiente y el ataque de hongos e insectos es más frecuente. Por el contrario, las bajas temperaturas favorecen la mayor longevidad de las semillas. Al respecto, Ramos et al (2013) evaluaron el porcentaje de germinación de las semillas de M. oleífera poscosecha (Figura 1). Se muestra un decrecimiento significativo de la germinación en la medida que aumentó el tiempo de almacenamiento y el envejecimiento natural de estas semillas el cual fue un proceso lento y progresivo.

Las semillas almacenadas en condiciones no controladas, puede propiciar ambientes favorables para la proliferación de insectosCarpophilus sp. (Coleoptera: Nitidulidae) y microorganismos (Aspergillus flavus, Penicillu ssp., Cladosporium herbarum y Fusarium sp.), los que suelen provocar una reducción importante en la capacidad de germinación y producir pérdidas y deterioros de las semillas durante su almacenamiento. La experiencia indica que cuando las semillas de moringa son almacenadas bajo condiciones de humedad relativa media (>74%) y temperatura media (28°C), pierden su potencial fisiológico en 150 días. Sin embargo, su almacenamiento bajo condiciones de refrigeración, permite conservar su calidad fisiológica hasta los 360 días, lo cual garantiza el establecimiento de nuevos cultivos.

Figura 1. Efecto del tiempo de almacenamiento en la germinación
de semillas de moringa. (Ramos et al 2013)

Sharma y Raina (1982) plantearon que las semillas de esta especie no requieren tratamientos pre-germinativos. No obstante, la germinación se puede favorecer al colocar la semilla 24 h en agua a temperatura ambiente, antes de la siembra. Este resultado fue corroborado por Padilla et al (2012) quien logró 86 % de germinación en los primeros 10 días después de la siembra. Al evaluar 8 procedencias de Moringa oleífera en condiciones de vivero Toral et al (2013) encontraron que ninguna de las procedencias superó el 85 % de germinación y concluyeron que estas procedencias poseen características morfológicas que las diferencian entre sí y recomiendan profundizar en los estudios morfoagronómicos de las diferentes procedencias de esta planta.

La plantación de moringa por estacas cortadas a finales de la época seca, presentan una sobrevivencia de 90% y constituye otra vía de propagación para esta especie. Para la obtención de estos altos porcentajes de prendimiento, las estacas se dejan enraizar y después se trasplantan al terreno definitivo, el cual debe presentar un buen contenido de humedad. Una vez cortadas las estacas, una buena práctica para su enraizamiento es colocarlas verticalmente bajo sombra y enterrarlas a unos 10 cm en el suelo. Los resultados obtenidos en Cuba indican que para producir forraje o semillas, las estacas usadas para la plantación deben tener un diámetro de más de 8.0 cm y una longitud de 1.20 m, mientras que cuando se van a usar como postes vivos la longitud debe ser de 1,5 a 1,8 m. Para ambos propósitos se recomienda cortar las estacas en la fase lunar de menguante al final del periodo seco y su plantación a finales de mayo e inicio de junio, una vez estabilizadas las precipitaciones. En los árboles obtenidos por estacas los frutos aparecen a los 6 meses de la plantación.

Cuando no es posible plantar directamente en el suelo, es práctica común sembrar en bolsas en viveros (Padilla et al 2017) y se recomienda utilizar el siguiente método: llenar bolsas plásticas de un sustrato compuesto por la mezcla de 3 partes de la tierra y 1 parte de arena o 3 partes de tierra y una parte de materia orgánica, a las cuales se siembran dos o tres semillas a 0,5 cm de profundidad. La germinación se producirá dentro de dos semanas. Se deben retirar las plantas extras del semillero, dejando una en cada bolsa. Las plántulas pueden ser trasplantadas después de cuatro a seis meses cuando llegan a medir 60-90 cm de alto. En Cuba, Medina et al (2011) demostraron que es posible obtener plántulas entre 8 y 10 semanas cuando se utilizan semillas de calidad, las condiciones ambientales son favorables y se emplean sustratos con adecuados niveles de materia orgánica.

Por otra parte, el crecimiento progresivo de la especie en función de sus particularidades, sugiere que la cantidad de sustrato utilizado (3 kg), así como el espacio proporcionado en la bolsa para el crecimiento de las plantas (2000 cm3)), deberán ser adecuados para que las plántulas puedan crecer sin limitaciones de volumen en la etapa inicial, si se considera que en vivero la absorción de nutrimentos está circunscrita a las condiciones y la fertilidad del sustrato utilizado (Medina et al 2011).

Fertilización química y orgánica

Moringa posee la capacidad de establecerse bien en la mayoría de los suelos sin adiciones de fertilizantes, pues su amplio y profundo sistema radicular le permite la eficiente absorción de los nutrientes presentes en el suelo (Palada y Chang 2003). Sin embargo, al ser moringa un árbol con la capacidad de generar elevados volúmenes de biomasa, es preciso tener en cuenta que una alta productividad implica grandes extracciones de nutrientes del suelo. Por lo que se hace necesario un programa de fertilización con el objetivo de mantener producciones estables en el tiempo. Se recomienda la aplicación de fuentes nitrogenadas, con el objetivo de favorecer la formación de la proteína, lo que constituye el mayor potencial de esta planta. Mendieta et al (2013) obtuvieron una mayor P<0.05) producción de materia seca/ha utilizando 521 kg de N ha -1año-1, en comparación con 0 kg de N ha-1 año-1. Otras fuentes como estiércol y gallinaza (Uchenna et al 2013) han sido utilizadas con éxito.

Más recientemente en Cuba, Lok y Suárez (2014) encontraron que los mejores aportes a la productividad (6.61 t MS /ha) y la fertilidad del suelo (P: 136 ppm; Ca: 1.89 %; Mg: 0.38%; y MO: 0.83%) se obtuvieron cuando se aplicó una combinación de 25 t/ha de estiércol vacuno y 20 kg/ha del biofertilizante Ecomic® (inóculo de cepas eficientes de micorrizas) con la variedad Supergenius. Por otra parte, González y Crespo (2016) obtuvieron los mayores rendimientos de materia seca total (16,4 t/ha/año) y de hojas (8,64 t/ha/año) cuando se aplicó una mezcla de 0.3 t/ha de fórmula completa con 4 t de estiércol vacuno/ha en la siembra y aplicaciones de 65 kg de urea con 2 t de estiércol vacuno/ha después de cada corte.

Densidad de siembra

En la producción de forrajes de moringa, al igual que en otras especies de plantas, se deben tener en cuenta algunos aspectos que favorecen el desarrollo productivo del vegetal. En este sentido, la densidad de siembra constituye un factor determinante.

Según Padilla et al (2014a) el empleo de altas densidades de siembra provocan pérdida de plantas severa en la medida en que se incrementa el tiempo de explotación de las áreas forrajeras. Estos investigadores indicaron que la población disminuyó en el tiempo de 45-46 plantas/m 2 en el primer corte, a sólo 11-12 plantas/m2 en el último, a los dos años de sembrada (70% de reducción). En plantaciones donde la densidad de siembra es muy elevada, se corre el riesgo de una alta competencia entre las plantas por el nicho ecológico, lo que provoca una disminución del vigor de las plantas. Estas altas poblaciones también propician ataques severos de hormigas cortadoras, conocidas en Cuba por bibijaguas (Atta insularis) y agentes fungosos principalmente Fusarium sp., que unido a la invasión de arvenses y los daños producidos por los cortes realizados inciden negativamente en la vida útil de las áreas de forraje.

Los mejores resultados prácticos logrados en Cuba, en cuanto a rendimiento y persistencia se han conseguido con siembras de alrededor 11 plantas/m 2 (Gálvez y Rodríguez 2014). Se evidenció que con la menor densidad la muerte de plantas fue nula en el primero y segundo muestreo y apenas 2 plantas/m2 en el tercero, siendo muy crítica cuando se sembraron 100 plantas/m2 (Figura 2). Lo anterior incidió en una fuerte disminución del rendimiento de biomasa (figura 3). Las menores densidades, unido a una adecuada separación entre los surcos (70 cm) favoreció el control de malezas, ya sea con tracción animal o con maquinaria especializada.

Figura 2. Comportamiento de la muerte de las plantas según densidad y momentos
después de la siembra (Adaptado de Gálvez y Rodríguez 2014)
Figura 3. Efecto de la población (plantas/m2) en el rendimiento de
Moringa oleifera (Adaptado de Gálvez y Rodríguez 2014)

Resultados similares encontraron Meza et al (2016) cuando compararon 11 y 33 plantas/m2, obteniendo que a mayor densidad de población ocurriera mayor mortalidad En Nicaragua, Reyes (2006) recomiendan sembrar en surcos separados a 40 cm y con 10 a 20 plantas por metro lineal, lo que equivale a 250 - 500 mil plantas/ ha. Según este autor la densidad de siembra a emplear va a estar muy vinculada al propósito productivo que se quiera lograr (tabla 1).

Tabla 1. Población de plantas según la dosis de siembra en moringa (adaptado de Reyes 2006)

Población, plantas/ha

Marco de siembra

Dosis de semilla, kg/ha

Para Forraje

1000000

10 cm x10 cm

328

250000

82

160000

50 cm x12.5 cm

54

80000

50 cm x 25 cm

27

Para Semilla

1333

3.0 m x 2.5 m

625

4.0 m x 4.0 m

555

6.0 m x 3.0 m

Otro aspecto a tener en cuenta con el empleo de altas dosis de siembra es el costo, pues una dosis de 328 kg de semilla, al precio de 41.00 pesos/kg, cuesta unos 13 500 pesos/ha. La experiencia acumulada en Cuba a escala comercial ha comprobado que los mejores resultados se logran con marcos de siembra que oscilan entre 0.7 y 1.0 m entre hileras, donde se garantice sembrar alrededor de 10 semillas/m2. Esto reduce notablemente el costo de establecimiento y facilita el empleo de máquinas e implementos agrícolas, así como la tracción animal, para las labores de cultivo y el control de malezas (Padilla et al 2017).

En Cuba, la siembra de grandes áreas de moringa indican que el uso de altas densidades de siembra (0.5 y 1.0 millón de plantas/ha) no son aconsejables por las dificultades en el control de las plantas arvenses y el ataque de enfermedades fungosas. En este caso las plantas no desarrollan tallos vigorosos ni enraizamiento profundo que favorezcan la emisión de abundantes y vigorosas ramas secundarias.

Es evidente que la información científica en cuanto a las densidades de siembra a emplear en moringa no es un tema concluido y necesita más investigaciones. No menos importante resultaría encontrar respuestas biológicas de las plantas en el tiempo en cuanto a la persistencia y producción de biomasa/planta y por ha cuando se utilizan altas, medias y bajas densidades de siembra en áreas forrajeras para alimento animal.

Altura y frecuencia de corte

La altura de corte unido a la frecuencia de corte va a incidir en la vida útil de las áreas forrajeras, así como en la calidad y volumen de la biomasa producida. En este sentido, lo que predomina en los estudios realizados es cortar a una altura de 10, 20 y 30 cm, existiendo coincidencia que la altura de 10 cm reduce la producción de biomasa y la población en el tiempo. Padilla et al (2014b) recomendaron realizar el corte a una altura entre 20 y 30 cm del suelo y continuar estas investigaciones en un tiempo más prolongado, donde se combinen alturas y frecuencias de corte para optimizar la producción de forraje.

Los estudios indican que el corte de establecimiento debe efectuarse a los 5 ó 6 meses después de la siembra y después realizar los cortes cada 45 días en la época de lluvia y cada 60 días en la época de seca, a una altura de 20cm del suelo. Según Reyes (2006) cortes frecuentes y el empleo de bajas alturas de corte en siembras con altas densidades de población, producen un efecto negativo en la capacidad de rebrote y producción de forrajes de las plantas, debido a que disminuye el grosor del tallo (5-10 mm) y se afecta el rebrote.

Así, Padilla et al (2014a) al estudiar la frecuencia de corte de 45 y 60 días empleando una dosis de 100 semillas/m2 en la procedencia criolla de Cuba en un suelo Ferralítico rojo no encontró diferencias significativas en el número de plantas/m2 al inicio y final del experimento para las frecuencias de corte de 45 y 60 día (tabla 2).

Tabla 2. Influencia del tiempo de explotación y la frecuencia de corte, en población y
rendimiento de Moringa oleifera (Padilla et al 2014a)

Indicadores

Tiempo

Frecuencia de corte, días

EE±

45

60

Rendimiento, t/ha de MS

Inicio

2.46bc

2.99c

0.17*

Final

0.43a

1.93b



Población, plantas/m2

Inicio

6.81b(46.4)

3.42ª (11.7)

0.16***

Final

6.71b (45.0)

3.24a (10.5)

( ) Medias originales; datos transformados según √ x P<0. 05* P <0.001***

Sin embargo, la población disminuyó en el tiempo de 45-46 plantas/m 2 en el primer corte, a sólo 11-12 plantas/m2 en el último a los dos años de explotación (70% de reducción). Estas altas poblaciones, unido a las bajas alturas de corte, dificultan el control de arvenses de forma manual o mecanizada, que provoca la muerte de numerosas plantas. La siembra de muy altas densidades (como un millón de plantas/ha), conlleva un alto gasto de semillas y de mano de obra. Según estos investigadores, cuando se comparó la producción de biomasa entre el primer y último corte se encontró que el menor rendimiento fue cuando se cosechó cada 45 días. No obstante, en ambas frecuencias de cortes hubo reducción del rendimiento al comparar el último corte con el primero después de transcurridos dos años.

Al comparar la producción de biomasa, durante dos años, en el periodo lluvioso y poco lluvioso según frecuencia de corte, en este mismo experimento, se evidenció el mayor rendimiento de forraje en la época de lluvia con la frecuencia de corte de 60 días.

El mejor comportamiento de M. oleifera, de procedencia Criolla de Cuba, en la persistencia y la producción de biomasa cuando se cosechó cada 60 días coinciden con otras investigaciones que encuentran una mejor respuesta a mayores frecuencias de corte. Así, (González 2016) en la región Occidental de Cuba, en un suelo Ferrálico Rojo, al estudiar la curva de crecimiento de la variedad Supergenius encontró mejor comportamiento para la producción y calidad de la biomasa a los 90 días.

Ramos-Trejo et al (2015) en Yucatán México llegaron a la conclusión que el mejor rendimiento se obtiene cuando los cortes en las plantas se realizan cada 60 días a una altura de 40 cm (1.91 t MS/ha-1 corte-1).

Otra opción para obtener volúmenes aceptables de biomasa de este árbol es el empleo de cercas vivas, Así, Loyola et al (2014) encontró en las condiciones edafoclimáticas en Camagüey, Cuba, que un seto de un año de edad encontró contribuyó con 2,52 kg MS/año /árbol, además de aportar semilla y leña.

El rendimiento medio de Moringa oleifera varía entre 8 y 16 t MS/ha forraje y va estar influenciado por la población, la altura , la frecuencia de corte y el nivel de fertilidad del suelo (Mesa et al 2016, ;adilla et al 2017, González y Crespo 2016; Lok y Suarez 2014, Gálvez y Rodríguez 2014; Ramos-Trejo et al 2015) y se beneficia cuando se utilizan mayores alturas y menores frecuencias de cortes en las áreas forrajeras (Fadiyimu et al 2011).

Riego

La moringa necesita al menos 700 mm de agua anuales, aunque hay reportes de lugares del Pacífico de Nicaragua donde con 300mm crece muy bien. Se ha observado un buen comportamiento en lugares con precipitaciones anuales de 2000 mm. Las plántulas son susceptibles a la sequía. Una vez establecidos, los árboles jóvenes y en etapa de poste son muy resistentes y capaces de sobrevivir a las sequías, aunque cuando éstas son prolongadas las plantas pueden perder las hojas. Una respuesta similar a la defoliación se produce por el exceso de humedad, inclusive en suelos con buen drenaje interno y superficial. En Cuba, cuando las siembras se realizan durante el periodo poco lluvioso, es una práctica común la aplicación de 200m3 de agua con frecuencia de 2-3 días durante el primer mes después de realizada la siembra y 300m3/ha cada 9 días durante el periodo seco. Esta frecuencia de aplicación puede variar en dependencia del tipo de suelo, siendo menor en suelos pesados con alta retención de humedad y mayor en suelos ligeros (Reyes 2006). Los árboles de Moringa no necesitan mucho riego, lo que hace que sean especialmente adecuados para lugares de clima árido. En condiciones muy secas, regar regularmente durante los dos primeros meses y después sólo cuando el árbol esté obviamente, en stress hídrico. Si la lluvia es continua durante todo el año, los árboles de Moringa tendrán un rendimiento casi continuo. En condiciones de aridez, la floración puede ser inducida a través del riego

Producción de semilla

Las semillas son la parte principal de cualquier sistema de producción agrícola; están diseñadas para dar lugar a nuevas plantas con una economía de medios y una resistencia a las condiciones adversas (Rosello y Soriano 2008). Por ello, el uso de semillas de excelente calidad fisiológica, sanitaria, física y genética, son aspectos a tener en consideración en la obtención de plántulas de óptima calidad de moringa (Pereira et al 2015).

El fruto es una cápsula triangular dehiscente de 20-40 cm de longitud, aunque existen procedencias de la India que alcanzan más de 100 cm. Las semillas son negruzcas, redondeadas y con un tejido a modo de "alas". Aparentemente existen variaciones en los pesos de las semillas de acuerdo a la variedad, desde 3000 a 9000 semillas/kg. En Cuba, se ha encontrado entre 3600-4000 semillas/kg.

Por la importancia que posee la semilla en la propagación de las especies vegetales es de interés conocer cómo se comporta la producción en esta planta. Al respecto, Parrota (2003) señaló que la producción de frutos, durante los primeros dos años de vida del árbol, tiende a ser pobre. Sin embargo, a partir del tercer año un solo árbol puede llegar a producir de 600 a1600 kg de frutos por año. La FAO-OMS (2005) informaron que el contenido de semillas por fruto oscila entre 12 y 25, de manera que cada árbol puede producir de 15 000 a 25 000 semillas por año. Por su parte, Mohammed et al (2003) obtuvieron rendimientos de 3000 kg de semillas por hectárea, comparable con la soya. En relación a la distancia de plantación, recomendaron el marco de siembra de 1.0 x 1.0 m (10 000 plantas/ha) para la producción de semillas, pues en la medida que transcurra el tiempo se deberán eliminar árboles para incrementar el área vital de cada planta y evitar así la competencia entre ellas. En Cuba, la mayor producción obtenida de semillas de esta planta ha sido de 350-450 kg/ha/año (Ramos et al 2013). Los arboles viejos con una buena copa en cercas vivas o como jardines son capaces de producir un alto número de cápsula.

La poda constituye un manejo para proporcionar mayor rendimiento. Cuando se cultivan árboles para forraje o para la obtención de frutos éstos se deben podar con el objetivo de restringir el desarrollo de la copa y de este modo promover el crecimiento de nuevas ramas laterales (Ramachandran et al 1980). Acerca del tema, Nautival y Venhataraman (1987) informaron que al realizar la poda en moringa se logran de 4 a 8 rebrotes vigorosos por tocón. De forma general, moringa es un árbol que tiene la capacidad de rebrotar rápidamente (O’Donnell et al 1994; Foidl et al 2011).

En plantaciones que se destinan a la producción de semillas, las podas se realizan para controlar la altura máxima de la planta, disminuir las acciones negativas de los fenómenos meteorológicos, eliminar las ramas dañadas, eliminar las ramas bajas que entorpecen el acceso al área y facilitar la recolección de los frutos. Esta práctica propicia la aparición de ramas jóvenes que favorecen la floración y fructificación, las cuales contribuyen a lograr mayores rendimientos de semillas por planta y por ha. La importancia y necesidad de la poda se puede resumir en lograr una estructura de la planta sana, adecuada y equilibrada de sus ramas, de manera tal, que posibilite lograr una eficiente productividad.

Plagas

Son disímiles los antecedentes que se tienen acerca de la incidencia de insectos-plaga y enfermedades en M. oleifera. Foidl et al (1999) y Reyes (2005) alegan que son las hormigas cortadoras o zompopos (Atta spp.) y el gusano medidor (Mocis latipes), las plagas que más afectan las plantas inmediatamente después de la germinación, las cuales normalmente realizan un ataque y no regresan más al cultivo, aunque éstos aseveran que se requiere implementar medidas de control para disminuir los daños que ocasionan.

Desde la década de los 80 los estudios realizados por Duke (1983) y ratificados por Ferrer et al (2014) informaron varios organismos causantes de plagas, entre ellos: la mosca frutera (Gitona spp.) que infesta los frutos lo que provoca su putrefacción. Así como, diferentes especies de gorgojos (Myllocerus discolor var.variegatus, M. 11-pustulatus, M. tenuiclavis, M. viridanus y Ptochus ovulum) que atacan a las hojas de las plantas jóvenes y tocones recién plantados. También plantea que es atacada por plantas parásitas como Dendrophthoe flacata y en cuanto a microorganismos fitopatógenos, los hongos que atacan la planta incluye:Cercospora moringicola (Mancha foliar), Sphaceloma morindae (Antracnosis), Puccinia moringae (roya), Oidium sp. y Polyporus gilvus. El cultivo de M. oleifera en México presentó daños causados por el gusano gallina ciega (Phyllophagas pp.), observándose el daño en el rebrote de cada cosecha. La mortalidad registró además diferencia (P< 0.05) entre las densidades de población en la mayoría de los periodos durante ambos años del experimento, obteniendo una relación positiva, es decir que a mayor densidad de población se registró mayor mortalidad (Meza et al 2016).

Sin embargo, hay quienes aseguran que moringa es resistente o inmune a plagas y enfermedades (Medina et al 2011), incluyendo nemátodos fitoparásitos. Esto puede estar dado por algunas aseveraciones emitidas al respecto, donde se plantea la presencia en sus hojas y semillas de sustancias que ejercen un efecto bactericida (Tharshika et al 2017) y fungicida contra plagas y hongos (Anon 2010, Goss et al 2017). En correspondencia con ello, hay evidencias que las hojas de moringa, incorporadas directamente al suelo previenen del ataque del hongo de las plántulas, Pythium spp. (Anon 2001).

A continuación se relaciona, en la Tabla 3, los insectos-plaga y enfermedades que hasta la actualidad se han detectado, en Cuba, asociados a M. oleifera causando algún tipo de daños.

La bibijagua, Atta insularis Guérin (Hymenoptera:Formicidae) constituye en la actualidad uno de los organismos que más afecta la sobrevivencia de las plántulas de Moringa oleifera. El insecto provoca la defoliación de sus hojas y ramas jóvenes, las que con posterioridad carga hacia sus cuevas o bibijagüeros para utilizarlas como medio de sustrato para la producción de un hongo del cual se alimenta.

En siembras de moringa (Padilla et al 2017) detectaron ataque de un pequeño scolítido que penetró en los tallos de la planta consumiendo sus tejidos internos. Este ataque permitió la entrada, de forma secundaria, de otros insectos y de microorganimos fitopatógenos que provocaron pudrición y muerte de las plantas.

También se han detectado frutos de moringa afectados por la mosca frutera, Gitona sp. (Diptera: Drosophilidae) (Padilla et al 2017) considerado la principal plaga del fruto de la moringa en casi todas las regiones del mundo. La hembra adulta introduce su ovipositor en el fruto, deposita sus huevos en el interior de los mismos y al eclosionar salen las larvas, cuya morfología es característica del orden, vermiforme sin cabeza y sin patas. Éstas se desarrollan y alimentan del mesocarpio del fruto, provocando pudrición en su interior con afectación a sus semillas. La apertura realizada por la mosca posibilita también la entrada secundaria de otros agentes nocivos que invaden el interior del fruto, tales como: larvas y adultos de coleópteros, larvas de lepidópteros, ácaros y microorganismos fitopatógenos que aceleran la afectación del fruto.

Tabla 3. Relación de insectos-plaga y enfermedades asociados a Moringa oleifera en condiciones de Cuba.

Nombre Científico

Nombre Común

Parte de la planta
que ataca

Referencias

Insectos-plaga

Atta insularis (Guér.)

Bibijagua u hormiga cortadora

Hojas

Padilla et al (2017)

Aphis sp.

Áfidos o pulgones

Hojas, Brotes

Padilla et al (2017)

Coleoptera: Scolytidae(Especie no identificada)

Coleóptero (Scolítido)

Tallos

Ascia monuste L.

Lepidóptero (Piérido)

Hojas


(No identificados)

Grillos

Plántulas


Apate monachus (F.)

Negro Libre

Tallos

Martínez de la Parte et al (2013)

Estigmene acraea (Drury)

Oruga peluda u Oso lanudo

Hojas

Padilla et al (2017)
Martínez y Ramírez (2014)

Gitona sp.

Mosca frutera

Frutos

Padilla et al (2017)

Enfermedades

Fusarium sp.

Pudrición por Fusarium

Tallos


Colletotrichum sp.

Tallos


Colletotrichum spp.

Tallos

Lezcano et al (2014)

Colletotrichum demathium

Tallos

Curvularia spp.

Hojas

Padilla et al (2017)

Helminthosporium sp.

Hojas

Alternaria s pp.

Manchas por Alternaria

Hojas

Cercospora sp.

Manchas por Cercospora

Hojas

Cladosporium sp.

Hojas

Phoma sp.

Hojas

Para contrarrestar los organismos nocivos en moringa se recomienda establecer barreras vivas complejas para campos colindantes del cultivo y sustituir paulatinamente las barreras vivas de esta planta por otras. Además, del saneamiento sistemático, manejo del suelo y diseñar un plan de aplicaciones de insecticidas en la etapa de fructificación de la moringa, para proteger las vainas del ataque de la mosca frutera.

Lezcano et al 2014 detectaron a los 22 días, después de la siembra de moringa, la aparición de dos patógenos fungosos ( Colletotrichum demathium y Fusarium sp.) en la variedad Supergenius, con índices de infestación superiores al 50%, que provocaron la devastación de la plantación. Se determinó, en condiciones de siembras en organopónico, la presencia de una gama de géneros de hongos tales como: Colletotrichum, Alternaria, Curvularia, Fusarium, Cladosporium, Phoma, Helminthosporium y Cercospora (Padilla et al 2017)

Dentro de las medidas de control para evitar afectaciones fungosas en moringa se recomienda aplicaciones previas del antagonista Trichoderma harzianum cepa A-34. Al constituir Trichoderma un hongo que actúa sobre los hongos patógenos lo recomiendan en dosis de aplicación al suelo a razón de 40 L/ha ó 10 kg diluidos en agua cuya aplicación se deberá realizar en el último pase de grada. En cuanto a las semillas se exhorta que sean sumergidas en agua por 5 minutos y se seque extendida a la sombra o se deje para escarificar la semilla por el método de inmersión por 24 horas en agua a temperatura ambiente. Este es un protector contra los hongos patógenos que evitaría la pérdida de viabilidad de la semilla por esta causa (Martínez de la Parte et al 2013; Padilla et al 2017).


Consideraciones generales

Se reconoce que la moringa es una planta que tiene una alta plasticidad ecológica y se adapta bien a disimiles condiciones de clima y suelo. No obstante, los factores edafoclimáticos tienen una alta incidencia en el rendimiento y la vida útil de las explotaciones forrajeras de este cultivo. No prospera en suelos inundables y tanto la sequía como el exceso de lluvias en suelos fértiles y bien drenados provocan la caída de sus hojas. A ello se une la alta susceptibilidad al ataque de plagas y enfermedades que, en ocasiones, aparecen de forma oportunista, con efectos devastadores sobre el cultivo.

Los métodos de siembra y plantación de la moringa pueden variar de una región a otra, según la disponibilidad de máquinas e implementos adecuados que disponga el productor primario para acometer las labores de siembra y cultivo. La experiencia lograda en los últimos años en Cuba, con la introducción y explotación de esta planta en áreas ganaderas de forma masiva, indican la necesidad de seguir profundizando en la búsqueda de métodos prácticos que propicien las labores de cultivo para el control de arvenses y que disminuyan en lo posible el ataque de plagas y enfermedades, que constituyen las causas fundamentales de la limitada persistencia de las áreas forrajeras de moringa.

Las densidades de siembra a utilizar van a depender del propósito productivo, forraje o semilla. La mayor información disponible para la producción de forraje está vinculada con el uso de altas densidades de siembra y se repite mucho la información. De ahí que será necesario despegar incógnitas del comportamiento en producción de forraje cuando se empleen dosis de siembras bajas y medias para este propósito productivo. En este sentido, será necesario realizar investigaciones y trabajos prácticos empleando métodos y densidades de siembra que se ajusten a la trocha de las máquinas e implementos que predomina en la región y que propicien el control de arvenses de forma mecanizada.

En cuanto a la altura y frecuencia de corte se ha hecho un cliché informando que el corte debe efectuarse cada 45 días, en la época de lluvia y cada 60 días en la época de seca, a una altura de 20 cm del suelo. Es cierto que frecuencias y alturas de cortes bajas o medias van a propiciar una mayor calidad de biomasa, pero no se debe obviar que estos criterios provienen de estudios cuando se emplean altas densidades de siembra y el cultivo se maneja con propósitos productivos en la pequeña escala. De ahí que nos cabe la inseguridad qué va a suceder en el tiempo con la productividad y vida útil de las áreas forrajeras cuando se someten a bajas alturas y frecuencias de corte. Esta incertidumbre se hará más evidente en la medida que se trabaje a una mayor escala y obligue a realizar un uso racional de la mecanización para incrementar la productividad y abaratar los costos de producción principalmente en el control de arvenses. Las anteriores valoraciones conllevan a pensar que será necesario proyectar investigaciones con frecuencias y alturas de cortes que permitan a esta planta expresar su potencial genético y una mayor persistencia de las poblaciones en el tiempo sin comprometer el valor nutritivo de la biomasa producida.

En cuanto a la producción de semilla, la moringa tiene un alto potencial de producción. Sin embargo, a pesar de las bondades de esta planta existen pocas investigaciones científicas en Cuba y otras regiones tropicales de América Latina y el Caribe donde se den recomendaciones precisas de distancias de siembra, requerimientos nutricionales, momento de cosecha, protección fitosanitaria de las plantas y la semilla así tecnologías para la cosecha y post cosecha de la semilla. Ello implica la necesidad de priorizar investigaciones científicas en este campo.

Teniendo en cuenta los antecedentes de Moringa oleifera en cuanto a su incidencia y daños provocados por insectos-plaga y enfermedades y la rápida aparición y sintomatología de daños, detectadas en Cuba, en sus distintas fases fenológicas del cultivo, a raíz del incremento de las áreas de siembra de esta planta en el país. Se recomienda el monitoreo frecuente del cultivo y la búsqueda de alternativas de control agroecológicas para regular sus poblaciones y por ende sus daños lo cual posibilitaría obtener los beneficios que brinda la planta.

La información brindada en esta reseña no constituye una norma técnica para la agrotecnia de la moringa, ni fue ese el propósito. Nos sentiremos satisfechos si en alguna medida este material le sirve de guía para su trabajo técnico como productor o docente mientras que nuevas investigaciones den repuesta a muchas incógnitas que todavía existen en el tema tratado.


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Received 29 September 2017; Accepted 4 October 2017; Published 2 November 2017

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